jueves, 20 de febrero de 2014

Otra visión sobre la Gran Disonancia

Queridos lectores,

Al hilo del post anterior Gabriel Anz me ha hecho llegar sus reflexiones sobre cómo se enfrenta a la Gran Disonancia y sus problemas para intentar hacer socialmente más aceptable tomar determinadas medidas que favorecen la resiliencia en estos tiempos inciertos.

Salu2,
AMT

La Gran Disonancia… Mi visión





Motivado por las coincidencias que tengo con Antonio en su post precedente y en relación al tema del encabezamiento, me pareció oportuno sumar algunas apreciaciones al respecto y así reforzar lo dicho por él, porque creo que no es poca su importancia dado el impacto que tiene en nuestras vidas y en el proceso de una resiliencia más llevadera.

En mi caso al menos, el hecho de comprender en toda su magnitud los condicionamientos que impone la gestión adecuada o inadecuada de las diferentes energías disponibles para el Hombre en diferentes épocas y culturas, ha modificado radicalmente mis prioridades y formas de ver los acontecimientos en el mundo. Y quizás lo mío sea extremo en demasía, pero he llegado a un punto en el que creo poder explicar y justificar casi todo lo que los Humanos hacemos o dejamos de hacer, bajo este marco de valores. Y a la gran mayoría molesta… resulta monotemático y hasta de un fanatismo propio de sectas o grupos muy cerrados. Y las reacciones en los demás me acobardan pues siento que hasta voy perdiendo amigos, lo que finalmente hace que uno se retraiga. Una de las últimas cosas que me han dicho es que resulta difícil conversar con alguien que se siente tan seguro y que cree tener respuesta para todo. En general las personas necesitamos sentirnos identificadas con otros semejantes y como los “bichos raros” somos nosotros, al tratar estos temas estamos interponiendo una muralla que ofrece resistencia a quienes tengamos en frente. A nadie le gusta sentirse en inferioridad de condiciones y menos cuando se trata de temas que producen angustias e implican llevar los límites del pensamiento a fronteras incómodas.

Pero a pesar de todo yo ya no estoy dispuesto a modificar mi corriente de pensamiento sobre temas en los que creo estar suficientemente documentado y menos cuando no me pueden demostrar lo contrario. Y no es que me considere un erudito en el tema, pero creo que la gran mayoría está lejos de tener la sensibilidad y la visión de conjunto que les permita comprender la complejidad e interacción de los factores que intervienen en la crisis energética y cómo su abundancia y derroche ha sido causa de la superpoblación, cambio climático, esquilmación de recursos naturales, configuración social, cultural, política y económica, etc.

De hecho creo que el desconocimiento es tan grande, que cada vez más me convenzo de que debería ser una materia de estudio en las escuelas, colegios e universidades, el uso adecuado de las diferentes formas de Energía, por ser que esta subyace a literalmente cada acto que acometemos. Pero no solo a nivel físico, sino a nivel esotérico si se le puede llamar así, aunque no me gusta usar tal palabra por las connotaciones que tiene y por las interpretaciones que puede provocar. Por otros artículos que he escrito, creo que para varios de los lectores debe estar más o menos clara mi visión de la energía que conforma el Cosmos y de cómo interactuamos en y con ella, partiendo de la base que considero que tanto lo vivo como lo no vivo conforman una Única masa de energía vibrando en diferentes frecuencias, lo que provoca las manifestaciones más diversas. Considero que seguiremos cometiendo errores garrafales y atentando contra la sustentabilidad del Ecosistema planetario si solo estudiamos la energía desde un punto de vista mecanicista y con el objetivo de generar movimientos y fuerzas para hacer más cómoda nuestras egoístas vidas, pues bajo ese concepto solo estaremos provocando entropía y necesitando siempre de diferencial energético y de aportes exógenos.

Y para no perder el hilo que dio origen a este escrito, no me resulta extraño que Antonio finalice su anterior Post con el planteo de que hay que simplificar los mensajes, porque a esta altura de las circunstancias me resulta mas que evidente que “las botas de cuero de potro no son para todos” (argentinismo) y que el mecanismo de defensa que tiene desarrollada la mente humana contra eventos traumáticos y dolorosos tiene una razón de ser, aunque a algunos nos resulte difícil de comprender y/o aceptar. Yo creo que no en vano la mayoría de los mensajes trascendentales que se transmiten de generación en generación se hacen mediante mensajes subliminales y enmascarados en forma de leyendas, cuentos, refranes, poesías, fábulas, música, códigos, películas, novelas, etc.

Y en este sentido, acabo de leer del escritor Dan Brown (autor de “El código Da Vinci”) su último libro (edición 2013) titulado “Inferno”, del cual recomiendo su lectura, aunque en mi opinión no habla de las causas que provocaron la Superpoblación y sus consecuencias, lo cual es el tema central de la novela. Pero de todas maneras, creo que es un interesante ejemplo de cómo un tema profundo y fundamentado científicamente, puede acercarse a millones de lectores sin provocar rechazo paralizante.

En mi caso, que no soy ducho en la trasmisión oral, he optado por usar el ejemplo como método de sembrar alternativas distintas a las impuestas por este modelo de vida BAU. Y siento estar logrando bastante más por este medio, que mediante el predicamento teórico. Supongo que cada uno encontrará diferentes caminos, dependiendo de la preparación y situación personal, pero tengo mi conciencia bastante tranquila por intentarlo de forma más masiva a través de los espacios que me brinda Antonio en su Blog y a la vez, por intentarlo con muchísimo menos impacto general pero más concentrado a nivel local, mediante el ejemplo práctico. “Nadie es profeta en su tierra” y vale tenerlo en cuenta. El hecho que yo decida hacer con mi vida lo que me plazca y/o crea conveniente sin meterme en la vida de los demás, ya me da cierta ventaja aunque pueda ser considerado un excéntrico. Pero noto que hay sectores de la sociedad que valoran más los hechos que las palabras y aunque no imiten (al menos por ahora) no dejan de respetar la “valentía” que uno pueda estar manifestando. “Haz lo que yo hago y no lo que yo digo” dice el dicho. Al menos queda lugar para la duda cuando digo que no cambio el auto o no tengo otro más porque es una burrada en un contexto de crisis energética, cambio climático, escasez de recursos, etc. o que crío unos animales y cultivo una huerta en mi Granja porque es una forma de pelear contra la inflación y de comer más sano y sabroso, cuando en el mercado tengo cada vez menos variedad y calidad para elegir y muchos agroquímicos que ingerir aunque proteste contra ellos.

En fin… la Disonancia la veo prácticamente inevitable y me parece que hay que encarar las transiciones en convivencia con ellas. Nadie puede ni lo aconsejo, tirar de un día para el otro las cosas por la borda y dejar el BAU por una forma de vida absolutamente austera y a lo Amish, porque los frentazos pueden ser terribles… “peor el remedio que la enfermedad”.

Saludos a todos,


Gabriel Anz

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