miércoles, 26 de octubre de 2016

Tomando aire antes de la inmersión



Queridos lectores,

Los lectores habituales de este blog se habrán dado cuenta de que el ritmo de publicación de posts de mi puño y letra es ahora bastante menor de lo que solía. No es la primera vez que sucede; aparte de los problemas de salud que tuve a mediados de 2014, ha habido otros momentos en la ya dilatada trayectoria de esta bitácora en los que he escrito sensiblemente menos, generalmente por una sobrecarga en mi trabajo habitual. Es nuevamente ésta la razón de mi relativo receso actual; durante las últimas semanas he realizado 6 viajes, sólo uno de ellos relacionado con la divulgación del peak oil, y eso ha afectado mucho a mi disponibilidad para escribir posts (fundamentalmente, por la falta de tiempo para estudiar los temas de los que quiero tratar).


Este repentino incremento de la frecuencia de mis viajes me parece sintomático de un problema que vengo observando desde hace tiempo en mi entorno próximo y que creo que también es trasladable a un contexto más general. En mi caso particular, la mayor cantidad de viajes responde, en parte, a la necesidad de buscar recursos (y principalmente dinero). En España las posibilidades de financiación de la investigación son todavía bastante considerables, pero si uno quiere mantener una estructura estable como es el Barcelona Expert Center se necesita bastante dinero. Aún no hace un año que tuve que desprenderme de la mayoría del personal, delante de la imposibilidad de conseguir dinero para renovarles los contratos; y las tres personas que aún continúan trabajando para el BEC suponen un gasto bastante considerable, el cual afortunadamente estoy pudiendo cubrir justamente complementando el dinero que consigo del Plan Nacional de Investigación y Desarrollo español (que aún es nuestra fuente de financiación fundamental) con el dinero que consigo implicándome en nuevos proyectos financiados con fondos públicos o consiguiendo nuevos contratos con empresas privadas, razón por la cual acabo teniendo una o dos reuniones de trabajo al mes. Si a esto se le une la necesidad de hacer difusión de los productos que estamos ofreciendo en congresos de especialistas, y la participación en foros en los que se están analizando las oportunidades estratégicas y se diseñan los servicios futuros, en algunos meses puedo tener cuatro o más viajes.

Si Vd. ha llegado a este blog sin saber que yo soy científico que trabajo en un centro público de investigación (y que además cometo la felonía de ser funcionario desde hace unos años), leyendo la frase anterior podría quizá creer que trabajo en una empresa; y desde luego las cosas que digo no tienen que ver con lo que uno se espera que sea el mundo de la investigación. Ciertamente, a medida que he ido progresando en mi carrera una parte cada vez más sustancial de mi trabajo ha derivado hacia la gestión, pero hay algo más profundo: la investigación científica, y no sólo en España, está cada vez más orientada hacia la investigación aplicada y a las soluciones industriales desde la perspectiva de la empresa. Incluso si uno trabaja en áreas, como la mía - medio ambiente-, que históricamente ha sido más de conocimiento básico.

Por ejemplo, un proyecto en el que he conseguido hace poco implicarme está encuadrado dentro de una convocatoria pública europea que pretende establecer "servicios climáticos" y explícitamente señala que nuestro objetivo debe ser establecer puentes con las empresas para que puedan sacar beneficio de los servicios que estamos diseñando y montando nosotros. Es una vuelta de tuerca que contiene varias perversiones intelectuales. El ciudadano europeo de a pie se sorprendería de saber hasta qué punto las autoridades europeas y nacionales son mucho más conscientes de la gravedad de los problemas ambientales de lo que muchos creen, y la profundidad terrible con la que todas estas cuestiones han sido ya discutidas tiempo, contabilizadas en frías hojas Excel, todas las conclusiones y consecuencias estimadas. A nivel de la Comisión Europea, la discusión sobre la existencia y extensión del cambio climático (ésa que algunos negacionistas a sueldo se empeñan aún en negar trolleando por internet) fue superada hace mucho, y ya ni siquiera se habla de mitigación de sus efectos, como se hacía hace 10 años, o de adaptación a los cambios, como más realistamente se apuntaba hace 5 años. Ahora de lo que se está hablando es de mejorar nuestros sistemas de predicción para evaluar las grandes transformaciones que inevitablemente se producirán en nuestro entorno en las próximas décadas, establecer servicios que de manera fidedigna anticipen los problemas y estragos que se irán produciendo... y que alguien haga negocio con eso,

Vds. se preguntarán: ¿y qué hago yo en ese mejunje? Pues estoy allí porque es donde está el dinero, tengo tres contratos laborales que mantener y unas líneas de investigación que creo que serán útiles para la Humanidad y que me gustaría desarrollar. Así que vendo parte de mi tiempo por el dinero que me dan desarrollando esas cosas, siempre con una cierta congoja de no estar muy seguro del uso que se les dará. Y lo que me pasa a mi no es ninguna excepción: cada vez más, esto es la norma. Si uno quiere seguir haciendo un trabajo que merezca la pena, si uno quiere poder tener dinero para desarrollar su trabajo, cada vez más tiene que pasar por esta retorcida lógica que todo lo convierte en activos y pasivos, en costes y beneficios, en pérdidas y ganancias....  Hablando con miembros de mi familia, con amigos, con colegas, con conocidos, observo un cierto patrón repetido: en muchas ocasiones, aquéllos que aún tienen la suerte de trabajar están sufriendo un perceptible aumento de la carga que tienen que soportar, en muchos casos acompañada por la (presumiblemente optmizadora) implementación de nuevos estándares de calidad, de nuevos parámetros de medición de la efectividad y la productividad, de un incremento de la valoración meramente económica de cualquiera actividad de la que se trate. Ya no es sólo algo que le pase a aquellos que trabajan en empresas; pasa también en la educación pública, en la sanidad pública, en los ayuntamientos, la policía, los bomberos, los inspectores de Hacienda, los jueces.... en prácticamente cualquier ámbito. Esto está llevando a un incremento del estrés de los que aún trabajan, que notan que las viejas praxis son desdeñadas aunque toda la evidencia muestra que son mejores para los fines que presuntamente se buscaban, en tanto que se imponen otros modos de hacer que de hecho degradan la calidad y hace más difícil la consecución de esos fines, pero que responden mejor a una política de optimización de costes. Y el primer coste a optimizar es el laboral, con lo cual los que aún trabajan son menos y tienen que asumir todo o más del trabajo que había antes. Y eso por no hablar de los que ya no pueden trabajar, que sufren una especie de imagen reflejada y burlona de todos estos problemas.

Si Vd., querido lector, se reconoce en las frases precedentes, déjeme que le diga que éste es un buen momento para detenerse un momento, calmar la agitación que diariamente nos conmueve y respirar profundamente. Si vive Vd. en España, será sin duda consciente de que con la inminente toma de posesión de un Gobierno en plenas funciones (después de casi un año con el anterior interino) será inevitable la aplicación de una amplia serie de fuertes recortes y subida de impuestos. A una escala más europea, las crecientes dificultades de algunas grandes empresas, con varios bancos de bandera a la cabeza, no podrá ser capeada indefinidamente con las medidas de alivio cuantitativo y compra de títulos que lleva ejecutando el Banco Central Europeo a través de sus filiales. A escala global, los malos datos del comercio internacional, los descensos de las exportaciones de grandes productores industriales como China o Japón, la tensión sobre el mercado de materias primas y las dificultades de muchos países demasiado dependientes de las rentas de su exportación (con más de una bancarrota petrolífera en ciernes) plantean un futuro muy incierto para los próximos meses. Con todo, uno de los problemas más graves a medio plazo es el que se deriva de la brusquísima desinversión en el sector de los hidrocarburos, que nos puede llevar a confrontarnos con cuestiones muy difíciles.
 
Así que, querido lector, ahora es el momento de tomar aire, antes de la inmersion.

Salu2,
AMT



Post Data: Varios contribuyentes habituales me han ofrecido una serie de posts que iré distribuyendo durante las próximas semanas; además de la serie ya comenzada por Javier Pérez sobre Los escenarios peligrosos, Beamspot volverá a la carga ampliando su documentada y excepcional serie sobre el coche eléctrico. Además, como saben la época final del año se caracteriza por una serie de posts habituales de gran alcance, comenzando por el que dedicaré a la publicación del informe anual de la Agencia Internacional de la Energía, el World Energy Outlook 2016, a mediados de noviembre, el cual este año promete traer importantes novedades. Permanezcan en sintonía.

domingo, 23 de octubre de 2016

Los escenarios peligrosos: Nigeria

Queridos lectores,

Javier Pérez nos ofrece una nueva entrega de sus análisis sobre la situación de países en los cuales las actuales turbulencias en el mercado de petróleo y su propia idiosincrasia productiva les está llevando a problemas graves. Esta semana, el país analizado es Nigeria.

Les dejo con Javier.

Salu2,
AMT


Los escenarios peligrosos: Nigeria

 

    Siguiendo con mi recorrido por las casillas más peligrosas del tablero mundial, hoy quiero acercarme a la situación de Nigeria.
Antes de nada, y con perdón, vamos a poner un par de mapas del país, porque aunque la mayoría (cof, cof…) sepan dónde está, nunca viene mal situar geográficamente el centro de atención de lo que se dice.
Luego, si nos acercamos un poco, nos encontramos ante este otro mapa:
Aunque, con diferencia, el más complicado es este tercero que voy a insertar, que señala las lenguas y grupos étnicos del país:
Lo de la multiculturalidad de los países suena muy bien, muy cosmopolita y muy plural, pero en la práctica genera toda una gama de problemas que ya iremos abordando, y con buen cuidado de no salirnos de Nigeria ni entrar a ver cual es la Nigeria buena y cual la Nigeria mala. Por prudencia, más que nada…
Visto, pues, un pequeño esbozo geográfico del país del que hablamos, vayamos a su historia para ponernos en antecedentes:
A finales del siglo XV, llegó a las costas nigerianas la expedición del portugués  Joao Alfonso De Aveiro, que introdujo en el país las primeras armas de fuego y las primeras semillas de coco, aunque su intención era dedicarse al tráfico de esclavos, una actividad que alcanzó tal importancia que  toda la costa nigeriana, y de parte del resto del golfo de Guinea, se llegó a conocer como “Costa de los esclavos”. Ya entonces comenzó la rivalidad entre los Yoruba, los Fausa y los Igbo, intentando todos ellos controlar el tráfico de esclavos, pues eran las propias autoridades del país las que cazaban a los seres humanos para venderlos a los europeos, sin que estos se aventurasen casi nunca a hacerlo por su cuenta. Así surgieron varios centros económicos de importancia. La organización consistía fundamentalmente en ciudades Estado, entre las que destacó Oyo, en el siglo XVII, que detuvo los avances musulmanes y se impuso a sus vecinos al ser capaz de organizar un ejército con fuerzas de caballería, especialmente en las praderas libres de mosca tse-tsé.
Entre 1500 y 1800, buena parte de su economía giró en torno a la captura y comercio de esclavos. De hecho, gran parte de las frecuentes guerras que sacudieron la zona se explican por la necesidad de capturar prisioneros que poder vender en los florecientes mercados, sin que importase gran cosa la razón por la que comenzaban las guerras para las que, en ocasiones, ni siquiera se buscaba pretexto alguno. Simplemente se iba a cazar personas para venderlas a los europeos y a los tratantes musulmanes del Norte de África.
La situación prosiguió de este modo hasta la gran crisis que supuso la abolición de la esclavitud. El rey de Bonny, Opubu el Grande (1790-1830) reconvirtió la economía del país hacia la producción de aceite de palma. Los británicos se interesaron entonces por la zona, lanzaron a sus exploradores y en 1861, con la excusa de detener una de las innumerables guerras entre los pueblos africanos, atacaron la ciudad de Lagos y la convirtieron en colonia británica.
La gran depresión económica de 1873 a 1895 marca el comienzo de la crisis del aceite de palma, al reducirse su precio a la mitad. Entonces, los británicos se lanzan hacia el interior del país, compitiendo con franceses y alemanes, que trataban de extenderse desde el interior de África, y enfrentándose a los señores de la guerra locales, que al ver reducidos los ingresos del aceite de palma, se habían lanzado de nuevo al tráfico clandestino de esclavos, el cobro indiscriminado de tributos y el vasallaje y saqueo de amplias zonas del interior agrícola.
    Tras largas y complejas vicisitudes y guerras entre franceses, británicos,  líderes  locales y compañías privadas europeas, el 1 de enero de 1900, los británicos establecen oficialmente el protectorado sobre el Norte de Nigeria. Este protectorado combate enérgicamente el tráfico de esclavos, que aún en el siglo XX había sido retomado por los fulani y consigue imponer cierto orden en el país. En el sur se establece otro protectorado, que se fusiona a Benín. Posteriormente, ambos protectorados se unen, bajo la norma de que los europeos no puedan poseer tierras, los líderes locales musulmanes controlen el orden en el norte, y los cristianos en el sur.
    En 1920, tras la derrota alemana en la I guerra Mundial, Camerún es anexionada a Nigeria. En esta época se hace sentir de nuevo la inmensa diversidad o división cultural, étnica y religiosa, de la que finalmente salen fortalecidos los igbos, que se convierten en élite intelectual, por ser más propensos a asistir a las escuelas y enviar a sus hijos a formarse en Europa, ya que tenían contactos desde hacía cuatro siglos con los misioneros cristianos, mientras los musulmanes rechazaban la influencia de Occidente. Nnamdi Azikiwe, un igbo educado en Pennsylvania, sería el primer gran líder político del país y el impulsor del movimiento de independencia, que finalmente se verificaría el 1 de octubre de 1960.
    En 1962 se declararon las primeras hostilidades entre los musulmanes del norte y los cristianos del sur y en los años siguientes se sucedieron diversas tensiones políticas, tanto entre norteños y sureños como entre los partidarios de la federación y quienes preferían partir el país en multitud de estados que reflejasen mejor la diversidad lingüística y étnica de Nigeria, para crear así estados más homogéneos. En 1966 hubo revueltas y un intento de golpe de Estado por estos mismos motivos, lo cual desembocó en la guerra civil de 1967 a 1970, conocida también como guerra de Biafra, que causó algo más de un millón de muertos.
    Posteriormente, entre 1975 y 1990, hubo al menos media docena de golpes de estado de todo signo, que no tenemos espacio para detallar aquí. De hecho, los golpes de Estado se sucedieron también en 1993, 1995 y el vacío de poder de 1998. Desde entonces, y para resumir, no ha cesado el caos político, la violencia étnica ni los enfrentamientos entre distintas facciones.
    Los gobernadores de los estados del norte impusieron en 2003 la sharia o ley islámica, obligando a su cumplimiento también a los no musulmanes. Por todo el país  se extendió la creación de milicias y ejércitos privados, ya fuese con base étnica, religiosa, o como grupos armados para asegurar la explotación de recursos y las rutas comerciales. Algunos de estos grupos, como el integrista musulmán Boko Haram (que significa “la educación occidental es pecado”) se han hecho tristemente famosos por sus ataques y secuestros de niñas.
    Sin embargo, desde 2011, a pesar de la corrupción rampante y de la violencia sectaria, se aprecia cierta mejoría, ya que por primera vez en la historia del país ninguno de los partidos políticos contendientes en las elecciones acusó de fraude a sus adversarios.

Situación actual:
Tras este recorrido, no sé si demasiado corto o demasiado largo, por la historia de Nigeria, echamos un vistazo a su situación actual y la evolución de sus datos.
Lo primero, para mí, es su evolución demográfica.  Nigeria es el país más poblado de África y el séptimo del mundo en esta magnitud. Aunque los datos varían de unas fuentes a otras, cuenta con alrededor de 180 millones de habitantes y una densidad de 190 habitantes por kilómetro cuadrado (923.000 Km2). Lo impresionante del asunto es que, en 1960, en el momento de obtener su independencia, contaba con apenas 40 millones de habitantes y la tendencia, como se ve en la gráfica, aún no ha comenzado a moderarse.
En cuanto a creencias religiosas, la población se divide en un 50% de musulmanes, un 40% de cristianos y un 10% que siguen los cultos tradicionales.   
    El crecimiento económico, basado en el petróleo, la industria del cine, la telefonía móvil y una curiosa mezcla de economía de subsistencia y sectores punteros, es de más del 8% anual, lo que no impide que el PIB per cápita se siga situando  en menos de 2500$, con un 40% de la población viviendo en la pobreza extrema, con menos de 1 dólar al día.
    Como dato favorable, su deuda es solamente el 11% del PIB, pero la extremada corrupción hace que el país ocupe uno de los últimos lugares en todos los índices de desarrollo, dificultando la inversión y cerrando las opciones de negocio a una inmensa mayoría, tanto de población local como de empresas extranjeras.
    El gasto público apenas alcanza el 10% del PIB, con lo que los servicios son en general muy deficientes. Aún así, más del 10% del gasto público se destina a defensa, ante la necesidad de combatir a las distintas facciones armadas, especialmente a Boko Haram, que en los últimos años ha causado más de 15.000 muertos, decenas de miles de secuestrados y casi un millón de desplazados.
    En cuanto a la energía, las exportaciones de crudo de Nigeria han sufrido una triple merma: por una parte, al reducirse la producción, por otra, al reducirse los precios y, por último, al incrementarse el consumo interno, razón por la cual el Gobierno trató de reducir las subvenciones a los carburantes, lo que desembocó en importantes disturbios a mediados de este mismo años:
Su consumo energético, por otra parte, sigue siendo limitado y procedente de fuentes tradicionales:
Lo que ha conseguido mantener el volumen de sus exportaciones:
Nigeria es un país importador de alimentos, pero la importante extensión del país, de casi un millón de kilómetros cuadrados, y la fertilidad de sus tierras, fuera de la zona desértica, le permitiría autoabastecer sin problemas a la población, siempre que el crecimiento demográfico se moderase y se acometieran a fondo la lucha contra la corrupción y viejas costumbres que frenan este apartado. A día de hoy, casi la mitad de la extensión cultivable del país se dedica a plantaciones de caco, un producto más orientado al mercado internacional que a la alimentación de la población local.
Uno de los mayores problemas del país es el abastecimiento de agua, especialmente en las grandes urbes. Lagos, la antigua capital, es una megaurbe que engloba otras poblaciones hasta sumar cerca de 22 millones de habitantes, y las autoridades no han conseguido siquiera el acceso universal al agua potable. La contaminación en algunas zonas del país, el cambio climático, y la ausencia de inversión en infraestructuras básicas agudizan cada día este problema.
La foto de abajo no muestra un atasco, sino un día cualquier en Lagos.

Conclusión:
-Nigeria cuenta con recursos, tanto naturales como humanos, para ser una superpotencia. Según los últimos datos ha superado ya ha Suráfrica y es la primera potencia del continente africano.
-Desde el punto de vista energético, su producción sigue siendo alta, pero al mantenerse limitado el desarrollo humano, y con una población rural muy elevada, el consumo energético per cápita es bajo aún, con lo que no me parece probable un colapso energético de este país.
-Casi el 90% de las exportaciones de Nigeria son petróleo. Si los precios se mantienen a la baja durante mucho tiempo (cosa bastante esperable), la economía del país se resentirá sin remedio. Los intentos de diversificación han conseguido sólo resultados limitados, lo que supone un riesgo muy elevado.
-Nigeria es una verdadera bomba demográfica. El paso, en 50 años, de 40 a 180 millones de habitantes, supone una sobreexplotación de recursos y un conjunto de tensiones que fragilizan enormemente el país.
-A mi juicio, los principales riesgos de este país son económicos, políticos y climáticos.
Por una parte, en un país con más de cien millones de personas al borde de la economía de subsistencia, cualquier pequeño recorte presupuestario puede tener consecuencias devastadoras, y los precios de los recursos naturales, principal riqueza del país, no llevan al optimismo. Los disturbios relacionados con la reducción de subsidios a los combustibles son un buen ejemplo de esta inestabilidad.
Los enfrentamientos sectarios y la persistencia de milicias integristas como Boko Haram son un riesgo permanente que se puede agudizar en cualquier momento con una crisis económica. El separatismo, que pretendía dividir el país en decenas de pequeños países más homogéneos, parece de momento superado, pero cualquier enfrentamiento por los recursos puede reavivarlo en cualquier momento, con consecuencias imprevisibles si se mezclan con cuestiones étnicas y religiosas.
El cambio climático está acelerando la desertización de todo el norte del país, y por su escasez de infraestructuras y la sobreexplotación de las selvas del sur del país, cualquier episodio climático agudo podría suponer una catástrofe de proporciones descomunales, máxime en un país con un deficiente acceso al agua y una población tan elevada.
A mi juicio, Nigeria es un país muy fuerte, pero terriblemente frágil, expuesto a cualquier contratiempo agudo, ya sea en lo económico, lo político, o lo climático. Su situación, en condiciones normales, no es tan grave como la de Egipto, pero en caso de que apareciese cualquier cambio inesperado, uno de los famosos cisnes negros, creo que su deterioro sería mucho más rápido y grave que el que pudiera padecer país de los faraones. La carga demográfica del momento actual hace que, a mi parecer, este posible evento no fuese comparable a los sufridos por el país en otros momentos de su convulsa historia.
Como en el caso anterior, cuando hablamos de Egipto, confiemos en su demostrada resiliencia.

domingo, 16 de octubre de 2016

Los escenarios peligrosos: Egipto

Queridos lectores,

Javier Pérez está preparando una nueva serie de artículos en los que analiza algunos puntos de mayor tensión en la escena geopolítica actual, sobre todo desde la perspectiva del declive productivo de los recursos. En esta ocasión, nos ofrece un detallado análisis de la situación en Egipto, que sin duda será de su interés.
 




Les dejo con Javier.

Salu2,

AMT


Los escenarios peligrosos: Egipto
 

    Aprovechando que una vez acerté, más o menos, y que eso pulveriza la plusmarca de la mayor parte de los expertos en cualquier cosa (especialmente aquellos que hablan de economía y convierten en revistas de humor las publicaciones salmón atrasadas), hoy me voy a arriesgar a señalar otro escenario futuro de convulsiones. Sí, quizás en busca del empate, y hasta de la remontada, porque este es el primer artículo de una serie sobre escenarios peligrosos del futuro. Y no soy el primero en escribir sobre esto aquí.
    Hay muchos países en graves problemas. Algunos ya se han desestabilizado y viven su propio hundimiento. Otros van a desestabilizarse en breve, pero no le importan a nadie (perdonad la crudeza). Pero entre los que pueden ser relevantes a nivel global y aún no han dado un paso al frente ante el abismo, creo que Egipto es uno de los más preocupantes, aunque quizás no el que tenga menor capacidad de resistencia.
    Si se tratara de otro Estado, comenzaría con una semblanza histórica. Pero con Egipto prefiero omitir ese preámbulo, porque la historia de Egipto es como para tirarse treinta folios de introducción y no haber avanzado más allá de un mísero prólogo. Así que nos quedamos, con vuestro permiso, en lo más reciente.
    Digamos solamente que tras la Segunda Guerra Mundial permaneció bajo dominio o influencia británica hasta que en 1952 Nasser dio un golpe de Estado y nacionalizó el Canal de Suez. Y ahí fue donde se empezó a liar. En 1956, una fuerza combinada de ingleses, franceses e israelíes intentó derrocar a Nasser, pero los egipcios consiguieron vencer a la coalición. Esta victoria hizo a Nasser líder del mundo árabe, lo que le ayudó a promover la fusión con  Siria en lo que se llamó República Árabe Unida y afianzó el nacionalismo árabe hasta la derrota contra Israel en la guerra de los seis días, en 1967.
Pocos años después, en 1973, Egipto protagonizó otra guerra contra Israel, la guerra del Yom Kippur, de resultado más igualado, y en 1978, tras los acuerdos de Camp David, Sadat, sucesor de Nasser, recuperó el Sinaí y otros territorios perdidos en la de los seis días. Este acuerdo de paz con los israelíes no gustó en el mundo árabe, lo que condujo a la expulsión de Egipto de la Liga Árabe y a la eclosión del fundamentalismo, alentado por Irán, tras la revolución de Jomeini.
A partir de aquí, y tras la llegada al poder de Mubarak, Egipto intenta hacer de mediador en Oriente Medio, se involucra (aunque e manera ambigua) en el problema palestino y trata de recuperar su influencia en el entorno árabe, aunque con suerte diversa. En 2011, una especie de movimiento popular, quizás democrático, quizás islamista (hay versiones para todos los gustos) derriba a Mubarak, y a su vez es derrocado en 2013 por el general Al Sisi, más cercano a las tesis occidentales que el anterior presidente, Mohamed Morsi, a quien se acusaba de islamista (sin que él lo desmintiera mayormente).
    ¿Y a partir de ahí?
    Pues desde 2013, ha seguido la represión,  y aumenta el descontento, aunque los datos macroeconómicos no sean malos, al menos en teoría. Como vemos, la tasa de crecimiento del PIB egipcio no ha dejado de aumentar, aunque los últimos incrementos sean menores. La última columna corresponder a 2015.
El PIB per cápita, que es lo que realmente importa a la gente, parece en cambio bastante más estancado.

Y ahora, para acercarnos más a los problemas del país desde un punto de vista energético, que es en lo que se centra este espacio, vamos a ver tres gráficas que seguramente os resultarán conocidas:
La producción y el consumo de petróleo se han igualado prácticamente en Egipto, de modo que una de sus principales fuentes de ingresos se ha evaporado. De hecho, a día de hoy, Egipto es un importador neto de petróleo.

https://gailtheactuary.files.wordpress.com/2011/01/oil-production-exports-databrowser.png?w=640
El gas natural sigue un camino similar, aunque a día de hoy son aún exportadores.
https://gailtheactuary.files.wordpress.com/2011/01/egypt_natural-gas_consumption_exports.png
Pero el verdadero problema es la población: en 1980, eran 42 millones. Hoy, son 92 millones y creciendo todavía, según las proyecciones internacionales. El problema demográfico estaba en el origen de la crisis Siria, lo estaba también en la crisis de Yemen y lo seguirá estando en muchos otros de los países que analicemos. Se trata, a mi juicio, del principal problema que padecemos y todos los demás, incluido el del agotamiento de recursos y la sostenibilidad, son sus corolarios.

http://www.data360.org/temp/dsg205_500_350.jpg
Para terminar, acabamos con dos gráficas. Inflación:
Egypt Inflation Rate
Y desempleo:
Egypt Unemployed Persons
    Así las cosas, veamos cuales son los riesgos que, en mi opinión, amenazan la estabilidad de esta gran nación:
    -Egipto importa aproximadamente el 40% de los alimentos que consume. La población sigue creciendo y la realidad es tozuda a pesar de las mejoras en la productividad agrícola. El país sigue siendo un río con dos desiertos enromes alrededor (resumen tosco, lo sé), y no hay manera de conseguir más tierra cultivable por mucho que la población se haya duplicado en treinta años. Esto, en principio y de por sí, no es grave, porque algo parecido pasa en otros lugares, pero hace que el país sea tremendamente vulnerable a una secuencia de malas cosechas en los países exportadores, especialmente teniendo en cuenta su posición financiera para competir con otros por la importación de alimentos, sobre todo el trigo, si estos llegasen a escasear.
-Hasta el año 2014, los subsidios a la energía devoraban casi la mitad del presupuesto nacional egipcio. Algunas fuentes indican que incluso llegaban a consumir dos tercios del presupuesto. En 2014 se produjo una subida de más del 100% en los precios de la gasolina y el diésel y se triplicó el precio de la electricidad, en un intento desesperado de  reducir el déficit público.
-Lo anterior condujo a un fuerte incremento de la pobreza, que ya afectaba a un 40% de la población y a un tremendo aumento del descontento. La población, mayoritariamente joven, se desespera ante los bajos salarios, el alto desempleo, y la falta de expectativas. Así, sólo la represión militar y la falta de democracia hacen que los fundamentalistas islámicos no alcancen el poder, ya que son, como demostraron las últimas y únicas elecciones, el grupo político con mayor apoyo popular.
-La situación de crisis y desencanto, junto a algunos atentados y hechos violentos aislados, han ahuyentado el turismo, uno de los principales recursos del país, concretamente el 11,3% del PIB. Entre enero y abril de 2016, las llegadas de turistas a Egipto, cayeron en casi un 50%.
-La crisis del comercio internacional, que ha conducido a hechos tan graves como la quiebra de esta naviera coreana, ha reducido los ingresos del canal de Suez. Aunque la reducción del tráfico no haya sido muy grande si se cuentan los barcos, sí lo es la del tonelaje, lo que ha reducido los ingresos a pesar de la ampliación del canal.
-Los vecinos de Egipto, especialmente Siria y Arabia Saudí, pasan por importantes problemas, lo que reduce su capacidad de ayuda. Tradicionalmente Egipto ha llamado a la puerta de sus vecinos en busca de ayuda política o financiera. A día de hoy, los emiratos del Golfo Pérsico y los saudíes, atraviesan sus propias dificultades por la reducción del precio del petróleo.
-Riesgos políticos: la guerra de la vecina Siria, esa en la que participan ingleses, americanos, franceses y rusos,( esa misma de la que curiosamente los israelíes no dicen ni mú, aunque antes armaban la marimorena cuando un tanque sirio se acercaba a menos de 30 Km. de su frontera), intenta crear su propio frente de batalla en territorio egipcio, con unidades islamistas infiltradas en el Sinaí y otras regiones egipcias. En mi opinión, si el ISIS o cualquiera de sus variantes alfabéticas no es detenido a tiempo, se corre el riesgo de que se traslade a Egipto, donde podría tener el apoyo de amplias capas sociales; y si se acaba demasiado pronto con él, sería igualmente peligroso, pues Egipto es un refugio de primera categoría para sus combatientes en fuga. Por eso, siempre en mi opinión, se intenta a toda costa buscar un equilibrio entre el demasiado pronto y el demasiado tarde, y se mantiene la guerra abierta contra un enemigo que podría ser barrido del mapa por el ejército serbio, por ejemplo, en dos semanas. Si los fanáticos islamistas del mundo entero están dispuestos a juntarse allí para morir, no se les puede privar de semejante privilegio, deben de pensar los que manejan el asunto. Y probablemente con razón.
Conclusión:
Mientras el petróleo siga barato, la situación puede mantenerse estable, aunque dentro del actual régimen militar represivo. Un aumento del precio del petróleo (que yo no veo cercano por falta de demanda), una mayor mecanización de ciertas labores productivas con el consiguiente aumento del desempleo, o un encarecimiento repentino de los alimentos, ya sea por malas cosechas globales o por cualquier otro motivo, pueden poner a este país en las primeras páginas de los periódicos, y no para bien.
    Por último, y a nivel personal, quiero decir que conozco de primera mano Egipto y que, junto a Turquía, es el país musulmán al que mayor cariño profeso personalmente. De ahí, probablemente, que aunque vea grave su situación, mantenga la esperanza de que su legendaria resistencia a la adversidad se haga palpable una vez más. Si Dios no pudo con ellos con siete plagas, no va a vencerlos una crisis de mierda…
    Esa victoria deseo de todo corazón al pueblo egipcio.