miércoles, 25 de mayo de 2016

El pico de la energía: edición de 2016



Queridos lectores,

Hace unos días un lector del Facebook me preguntaba en qué habían quedado las previsiones que hacíamos en este blog cuando hablábamos el pico del gas hace cosa de 6 años. En otra ocasión, un lector me preguntaba sobre la evolución de la energía nuclear y si se había cumplido la previsión del pico del uranio o no. Y por supuesto hay quien pregunta cuál es la situación sobre el pico del petróleo (o peak oil), a pesar de ser el tema más discutido del blog; en el caso concreto del peak oil hay quien incluso pone en cuestión que tal pico pueda haberse producido en 2015 (fecha que yo vengo dando como más probable desde 2011 al menos) teniendo en cuenta la situación actual con el precio del petróleo (aunque eso ya se discutió en el post anterior). En todo caso, me parece que resulta interesante tener un post resumiendo cuál es el estado actual de la producción de energía de todas (o casi todas) las fuentes que utiliza la Humanidad, justamente para poder referir a él cada vez que haya una pregunta al respecto. Éste es el objetivo del presente artículo

La primera cuestión que conviene dejar clara es que estamos hablando de procesos que tienen escalas relativamente rápidas para tratarse de procesos históricos, pero que igualmente no dejan de ser escalas de tiempo de unos cuantos años. Hacer estudios de la producción de petróleo o de otra materia mes a mes puede ser interesante para discutir el efecto de tal o cual medida, pero informa poco sobre el metabolismo de la economía global, que siempre requiere escalas un poco más largas de tiempo para adaptarse a los cambios. Los estudios mes a mes, por ejemplo, incluyen infinidad de factores estacionales que influyen en la producción y consumo del momento, y por tanto los valores de producción fluctúan considerablemente y no nos dejan ver la tendencia general a largo plazo, que evoluciona más lentamente. Por eso, en los análisis que ahora mostraré el paso de tiempo que usaré en la definición de la serie temporal de los datos del suministro energético del planeta será anual. Para disminuir el efecto del ruido estadístico y poder medir los cambios en esta serie hay que tomar períodos un poco más largos de tiempo; así, para poder ver qué está pasando y el sentido de los cambios, yo utilizaré ventanas temporales de un lustro (5 años).

La segunda cuestión es la fuente de datos a usar. Hay pequeñas discrepancias metodológicas entre unas y otras fuentes de datos, discrepancias que tienden a reducirse cuando se trata de datos revisados. Dado que queremos ver los signos de un proceso que es relativamente lento, no tiene demasiado sentido que nos afanemos a mirar los datos del último momento, todavía provisionales y en fase de revisión; y nos vale con datos de hace un año o dos, que ya han sido exhaustivamente revisados y corregidos. Por otro lado, resulta conveniente usar una fuente de datos fácilmente accesible a los lectores interesados que quieran hacer sus propias comprobaciones. Por todos esos motivos he decidido usar la compilación de datos de los anuarios de BP que están registrados en la página Flujos de energía. El último anuario estadístico de BP publicado, el 2015 BP Statistical Annual Review, compila datos del 2014 y por tanto mis series se detienen en ese año. Eso hace que no se registren los importantes eventos que comenzaron justamente a finales de 2014, pero por eso mismo son muy interesantes ya que la caída del precio de las materias primas no se materializó hasta finales de 2014, pero como ahora veremos los problemas de producción empiezan antes, incluso con precios elevados. Quede claro que los datos del anuario estadístico de BP tienen, por supuesto, ciertas limitaciones y una de ellas es que no se contabilizan los biocombustibles (cosa que, cuando uno la analiza, tiene más sentido de lo que parecería).

Comencemos, pues, con nuestro análisis. Todas las gráficas de producción y consumo están medidas en millones de toneladas equivalentes a petróleo (mtoe).

Petróleo:

La evolución de la producción de petróleo durante las últimas décadas se resume en la siguiente gráfica:


Producción mundial de todos los líquidos del petróleo


Se observa una gran tendencia creciente hasta los años 70, que fueron bastante convulsos con el shock de precios de 1973 primero y después la guerra entre Irak e Irán (la cual origina una importante caída del consumo a principios de los 80). Después, se retoma la senda del crecimiento, más moderada, hasta principios del siglo XXI, y después hay una etapa de poco crecimiento sólo rota en los últimos años gracias al gran impulso del LTO del fracking en EE.UU. De hecho, sin el impuso de los EE.UU. la producción de petróleo del mundo se hubiera quedado estancada.

Producción mundial (excluyendo EE.UU.) de todos los líquidos del petróleo


Que había un problema en ciernes con el petróleo podía haberse deducido simplemente viendo cómo había sido el incremento porcentual anual de la producción de petróleo (calculado año a año pero sobre ventanas de 5 años; por eso el último punto corresponde a 2009):


Variación porcentual anual de la producción mundial de todos los líquidos del petróleo

Los ritmos porcentuales de aumento de petróleo no sólo son los más bajos de entre todas las materias primas energéticas, sino que además han tendido a ser virtualmente cero en diversas ocasiones en los últimos 20 años, y sólo ha roto esta tendencia en los últimos años gracias al fracking. Desgraciadamente, el fracking y demás petróleos no convencionales habían llevado ya en 2014 a un exceso de endeudamiento de las empresas productoras que, combinado con la espiral de destrucción de demanda - destrucción de oferta está llevando a que en este momento estemos experimentando una caída de la producción mucho más abrupta de lo que debería de ser. Esta semana conocimos que los descubrimientos de nuevos yacimientos han caído a su mínimo en 50 años, y se estima que para 2017 habrá un descenso de producción de alrededor de 3 millones de barriles diarios (Mb/d) sobre los aproximadamente 90 Mb/d producidos actualmente, solamente por los retrasos de algunos proyectos en curso. Y la cosa podría aún ir a peor.

El petróleo continuará siendo la principal fuente de energía del mundo durante los próximos años, pero ya no puede crecer más e inevitablemente comenzará en breve, si no lo ha hecho ya, a decrecer. Eso es, exactamente, el peak oil: no que se acabe el petróleo de un día para el otro sino que se llega a un máximo después del cual sigue un proceso de declive que se prolonga durante décadas. La importancia del peak oil es primariamente económica: sin crecimiento del consumo de petróleo o se busca una fuente de energía que lo sustituya o el crecimiento económico se ha acabado (como llevamos explicando aquí desde hace 6 años). 

Carbón:

El carbón ha crecido a un ritmo especialmente acelerado desde el año 2000, gracias fundamentalmente al impulso económico de China y de la India, que se han apoyado mucho en esta fuente de energía para impulsar su desarrollo industrial. Sin embargo, los últimos años están marcados por el estancamiento e incluso una cierta tendencia al declive, que probablemente se ha visto agudizada en 2015 y en 2016 (que no salen en la gráfica).


Producción mundial de carbón

Mirando la evolución de las tasas porcentuales anuales de variación se confirma una tendencia al descenso, a pesar de que el crecimiento (a 5 años vista, recordemos) era aún importante en 2009 (del 3% anual).

Variación porcentual anual de la producción mundial de carbón

Por sus características geológicas, el declive del carbón será probablemente más suave y progresivo que el del petróleo, pero probablemente su pico no está nada lejano en el horizonte y posiblemente haya sido ya sobrepasado. Esto es bastante grave, ya que petróleo y carbón representan aproximadamente dos tercios de toda la energía primaria consumida en el mundo.

Gas natural:

La producción del gas natural ha sido creciente en todo el período estudiado, quizá con una ligera deceleración hacia el final.

Producción mundial de gas natural


Las variaciones porcentuales de la producción de gas natural no permiten aventurar cuándo se va a producir el pico del gas natural, que en todo caso se estimaba hace unos años que se produciría hacia 2020.

Variación porcentual anual de la producción mundial de gas natural

En el post "El pico del gas", escrito en julio de 2010, se comentaba que, de acuerdo con un estudio del Energy Watch de un par de años antes, se apuntaba a que antes de 2015 se producirían problemas de suministro en Europa, de acuerdo con las posibilidades reales de aumentar la producción de gas en las zonas limítrofes con Europa (especialmente Rusia) y el aumento previsto de la demanda. Justamente uno de mis lectores me argumentaba que tales problemas "no se han producido" y por tanto las previsiones del 2010 en cuando al pico del gas eran completamente erróneas. Es interesante investigar el por qué: vean cómo ha sido la evolución del consumo en Europa, y fíjense en particular en los últimos 4 años de la serie:


Evolución del consumo del gas natural en Europa
Como pueden ver, no se cumplieron las previsiones de aumento de la demanda en Europa; más bien al contrario, se ha producido una escalofriante caída del 23% del consumo. Lógicamente, así no se ha producido ningún problema de suministro. Resulta curioso que, siendo el gas natural el combustible menos intensivo en carbono y por tanto el mejor en términos de emisiones de CO2, y habiendo demostrado la Unión Europea su interés en luchar contra el Cambio Climático, haya descendido el consumo de gas natural en el continente. Obviamente, lo que estamos viendo aquí es el efecto de la recesión permanente de los sectores productivos, de esta crisis que no puede acabar. Por otro lado, mirando la evolución de la producción de gas natural rusa se ve que las previsiones de estancamiento no estaban ni mucho menos desencaminadas (atención al daño que supuso el período 2008-2009):


Producción de gas natural de Rusia

Energía nuclear:

El anuario de BP no ofrece datos sobre la producción de uranio (la cual, de todos modos, sabemos que probablemente está ya en declive) pero sí sobre la producción de energía eléctrica de origen nuclear (estos datos, como los de todas las fuentes eléctricas, están "primarizados", es decir, convertidos a su equivalente térmico asumiendo un 38% de eficiencia en la conversión; por tanto, el valor aquí representado es 2,63 veces la cantidad de energía eléctrica producida).

Producción mundial de energía nuclear

Como se ve, desde finales del siglo XX este tipo de energía está más bien estancada, y el desastre de Fukushima de 2011 ha agravado una tendencia que venía de antes. Esto es aún más evidente al mirar las variaciones porcentuales anuales:


Variación porcentual anual de la energía nuclear producida en el mundo

De hecho, se podría decir que la energía nuclear entró en una larga fase de decadencia que comenzó hacia los años 80 del siglo XX. Como se ve en la gráfica, desde aproximadamente 2003 (por tanto, 8 años antes de Fukushima) la producción de energía nuclear entró en declive, es decir, las tasas de variación se volvieron negativas. Es curioso cómo la energía nuclear sigue saliendo en los debates energéticos, cuando su decadencia es más que evidente a estas alturas.

Hidroelectricidad:

Aunque aún modesta comparada con la energía proporcionada por las energías fósiles, la energía de origen hidroeléctrico ha tenido una evolución excelente en las últimas décadas y no parece haber tocado techo alguno a escala mundial, más bien lo contrario (aunque en los países occidentales lleva tiempo estancada):


Consumo de energía hidroeléctrica a escala mundial

Las variaciones porcentuales anuales muestran que está en una fase aún expansiva, aunque posiblemente acercándose a su saturación.


Variación porcentual anual del consumo de energía hidroeléctrica.


Energía eólica:

La expansión mundial de la energía eólica es muy rápida, a un ritmo exponencial elevadísimo. La energía producida es aún 5 veces menos que la que proporciona la hidroelectricidad.

Consumo mundial de energía eólica

Las variaciones porcentuales anuales están aún en el rango de los dos dígitos: lejos de los enormes incrementos de los años 80 pero aún altísimos. Es posible que estemos ya en la fase de rendimientos decrecientes, aunque aún es prematuro afirmar tal cosa.


Variación porcentual anual de la energía eólica consumida a escala mundial


Energía solar:

La energía solar ha experimentado también un crecimiento apabullante en los últimos décadas. A pesar de ello, es la más modesta de todas las fuentes, con una cantidad de energía que es aproximadamente la cuarta parte de la eólica.


Consumo mundial de energía de origen solar

La evolución de la variación porcentual anual muestra unos valores altísimos, de tres dígitos, aunque podía estar comenzando una incipiente fase de rendimientos decrecientes.


Variación porcentual anual del consumo de energía solar mundial

Conclusiones

Las fuentes de energía no renovable muestran claros síntomas de estar llegando, si no lo han hecho ya, a su cenit; la única excepción es el gas natural, cuyo cenit se espera para comienzos de la próxima década y que difícilmente podrá compensar significativamente el declive de las otras tres (petróleo, carbón y energía nuclear). Las fuentes de energía renovable, por su parte, están mostrando una evolución excelente y por tanto es lógico poner en ellas todas las esperanzas; sin embargo, tienen un largo camino por recorrer antes de llegar a alcanzar un nivel mínimamente comparable con las no renovables, y por el camino los posibles límites a su capacidad podrían manifestarse (aparte de la dificultad que tiene intentar que se desplieguen a tiempo para evitar los mayores problemas asociados al declive de las no renovables).



Producción comparada de energía de las diversas fuentes consideradas en el post, con el mismo código de colores usado a lo largo de este artículo (negro: petróleo; rojo: carbón; azul marino: gas natural; amarillo: nuclear; azul celeste: hidroelectricidad; morado: energía eólica; verde: energía solar).


Salu2,
AMT

miércoles, 18 de mayo de 2016

Par de fuerzas




Queridos lectores,

A finales del año 2014 me invitaron a participar en un programa de TV3 donde nos preguntaron (a otro invitado, profesor de economía, y a mi) sobre los bajos precios del petróleo que llevaban experimentándose desde unos meses antes. El interés de la conductora del programa era saber por cuánto tiempo se iba a prolongar esta situación de precios bajos, y si en particular se iban a prolongar, como anunciaban entre otros Goldman Sachs, hasta 2020. Recuerdo haber dicho que la situación de precios bajos no podría durar demasiado tiempo pues la desinversión en exploración y desarrollo de nuevos yacimientos de petróleo llevaría eventualmente a que la producción bajase y eso haría subir los precios, aunque también dije que probablemente el precio no volvería a subir hasta final de 2015 como pronto. Me quedé un poco preocupado con mi afirmación: temía, en aquel momento, que quizá estaba fiando demasiado largo la recuperación del precio del petróleo, y que mi previsión se iría al traste si durante 2015 se producía algún evento sonado en la escena geopolítica que hiciera que el precio del petróleo se disparase. Obviamente, predecir grandes eventos traumáticos a escala internacional es harto difícil (aparte de un ejercicio morboso y desagradable); yo prefiero centrarme en los datos contrastados, en explicar las tendencias, y en apuntar a los riesgos que se dibujan en el horizonte para intentar contrarrestarlos. Desgraciadamente, tengo un pequeño ejército de detractores que intentan darle la vuelta a cualquier presunta contradicción mía (sea real o no) para, a través de ella, atacar el fondo de lo que expongo. Es decir, que si no soy capaz de prever el curso concreto de los acontecimientos durante este año, entonces quiere decir que el problema principal que se discute en este blog (el peak oil, es decir, la llegada a la máxima producción de petróleo y su posterior declive) no es cierto (a pesar de lo abrumador de los datos oficiales que muestro aquí). Como uno de los argumentos caros a estos detractores es el del precio del petróleo (el otro es tildarme de catastrofista, aunque los catastrofistas sean ellos), haber aventurado públicamente que el precio no iba a subir en unos cuantos meses podía haber sido usado, una vez más, en mi contra.

Mi impresión a principios de 2015 es que la crisis económica global que los indicadores macroeconómicos anunciaban continuaría deprimiendo la demanda y manteniendo los precios bajos, hasta que la caída de producción forzase el rebote, cosa que contaba entonces que no se produciría hasta finales de 2015. A pesar de que, en líneas generales, se podría decir que ésa ha sido más o menos la situación, lo cierto es que a principios de 2015 esperaba que los síntomas de una nueva recesión serían más o menos evidentes después del verano, y que los precios eventualmente podrían empezar a rebotar a finales de 2015. Lo cierto y verdad es que en este momento, mayo de 2016, los indicadores macroeconómicos mundiales siguen siendo nefastos pero en lugares como España no se vislumbra, al menos en las noticias, ninguna recesión (lo que no quita que la situación económica de muchas familias no es precisamente boyante). Por otra parte, los factores que llevaron al hundimiento del precio del petróleo a finales de 2014 (y que explicábamos en el post "La espiral") no han desaparecido y en particular la demanda sigue siendo relativamente débil y continúa por debajo de la oferta, a pesar de que la oferta ya ha comenzando a caer (como hemos comentado en diversas ocasiones, 2015 ha sido probablemente el año del peak oil - máximo de producción de todos los hidrocarburos líquidos - aunque necesitaremos que pasen algunos años para confirmar o desmentir esta efemérides).

¿Qué está pasando, pues? ¿Como puede suceder que hayamos llegado, como parece, al peak oil, pero no se estén desencadenando los previsibles efectos económicos negativos?

En buena medida, lo que está pasando es que la actual situación económica no es una sorpresa. El pico de precios del petróleo de 2008, en el que realmente se produjo un desajuste entre la demanda y la oferta que llevo a precios récord y que contribuyó y mucho a la crisis mundial (esta crisis que nunca acabará) fue una sorpresa, pero la situación actual no lo es. Desde hace ya unos años se sabía que el negocio petrolero estaba quemando sus últimos cartuchos, llegando al extremo de descapitalizarse en un último intento por mantener la industria a flote unos años más y no pocos indicaban cómo tenía que acabar la cosa. El fracking fue una apuesta sin futuro pero era todo lo que quedaba. La burbuja de deuda creada alrededor del fracking se ha inflado de manera desmesurada, pero aún no ha llegado el momento de reventarla. Se estira tanto como se puede la situación actual, deseando que lleguen mejores momentos que permitan salvar los muebles, y así seguiremos hasta que se vea que ni con precios altos el fracking será rentable (eso si el continúo goteo de quiebras en el sector no acaba en un hundimiento del sector, desencadenando de paso una crisis financiera mundial).

Si se hubiera actuado con la fría lógica de mercado, haciendo las cosas de la manera habitual, el resultado hubiera sido la conocida espiral de destrucción de oferta - destrucción de demanda: ora la oferta no cubre la demanda, lo que causa que el precio del petróleo sea demasiado caro y acabe dañando a la economía global, causando recesión y por ende destruyendo demanda; ora el precio del petróleo cae demasiado (por la destrucción de demanda), a las endeudadas empresas petroleras les cuesta mantener la producción y acaban unas desinvirtiendo en nueva explotación y otras quebrando, y al final la producción baja hasta que es inferior a la demanda y comienza el ciclo de nuevo. -Obviamente, después de cada ciclo la oferta de petróleo es menor y la actividad económica es más menguada, hasta que finalmente algo reviente. Esta espiral es el esperpéntico resultado de aplicar la lógica del mundo en continuo crecimiento en un momento en que se está chocando con sus límites, y no sólo con el petróleo. La espiral de destrucción de oferta - destrucción de demanda era el nefasto resultado de no entender el momento que vivíamos y dejar que el descenso energético al cual nos lleva el peak oil se desarrollara libremente, sin intentar pilotarlo. 


Pero, aunque parezca mentira, se podía hacer algo aún peor. Siguiendo con la analogía de que el descenso energético es un avión con el motor averiado cuyos mandos podemos intentar controlar como sociedad, se podría decir que los movimientos para la transición energética equivaldrían a maniobrar para intentar que el avión planee y conseguir así hacer la caída menos abrupta, mientras que la espiral sería el equivalente a una caída descontrolada, sin nadie a los mandos. Pues bien, lo que estamos haciendo se puede comparar a tomar los mandos de la nave y optar por una caída en picado. Es decir: de una manera necia y deliberada optar por empeorar la cosa, porque la caída sea más dura y más dolorosa. Ése parece ser el curso que estamos siguiendo ahora mismo, como explicaré en el resto de este post.
 
Hay dos fuerzas diferentes y complementarias que están actuando en en el momento actual. Por una parte está el declive económico, exponente del cual son todos los síntomas de una recesión global de primera magnitud; por el otro, está el declive de los recursos, que nos indica que cada vez es más difícil explotar los recursos naturales no renovables, particularmente el petróleo, y eso aumenta la inestabilidad geopolítica de los países cuya economía depende fuertemente de estos recursos

Con respecto a la primera fuerza (el declive económico), los signos se multiplican por doquier. Merece la pena recordar que hace tan sólo cuatro meses el año 2016 empezó con los peores augurios económicos, con unas fuertes caídas de las bolsas mundiales de las cuales no nos hemos recuperado aún. En febrero las bolsas se estabilizaron y comenzaron un lento y trabajoso retorno a los valores precedentes, sin que en realidad no se haya modificado ningún aspecto fundamental del mercado. Si miramos los índices macroeconómicos que examinábamos entonces, nos encontramos, por ejemplo, que el Baltic Dry Index ha ascendido un poco desde los mínimos de enero, pero sólo para empezar a caer de nuevo. También vemos, como destacaba el post anterior, que el China Containerized Freight Index (índice chino de transporte de contenedores, que mide el precio de los fletes) está en mínimos de la serie histórica, y aunque con pequeñas subidas y bajadas mantiene la tendencia a la baja. La razón está en el estancamiento y leve caída de las exportaciones chinas, acompañada con una gran inversión previa en buques mayores:


Valor económico (en 100 M€) de las exportaciones chinas: https://www.flexport.com/blog/why-are-ocean-freight-rates-so-low/




Las largas colas para cargar y descargar se han hecho frecuentes en todos los puertos del mundo, y es que simplemente la demanda global de bienes no ha evolucionado como estaba previsto. No es que el comercio mundial haya colapsado pero sí que ha alcanzado un pico (peak commerce), un máximo que aún está por determinar si es provisional o definitivo. En este contexto, los precios de la mayoría de las materias primas (con la interesante excepción del litio) están realmente bajos, y mientras los economistas aventuran una u otra explicación (la más popular, el exceso de deuda, que tiene una parte de razón) pocos quieren mirar a la fuerte conexión de estas caídas con la del petróleo. Este año puede ser crítico para el sector petrolífero, con un tercio de las compañías en peligro real de quebrar, y eso está llevando a un frenazo en seco de las inversiones que no sólo conseguirá que la producción de petróleo descienda considerablemente en un par de años, sino que además retira inversiones de los países más dependientes de sus exportaciones de materias primas y los acerca a su bancarrota petrolífera. La realidad es que las clases medias de Occidente están viendo retroceder su renta disponible y aumentar el paro, y eso no sólo deteriora el comercio mundial (con menos demanda de gadgets fabricados en China y otros países emergentes, llevándoles a la recesión) sino que en casa arroja a los restos del naufragio de la clase media a los brazos de líderes populistas sin escrúpulos (con consecuencias futuras difíciles de prever pero probablemente poco agradables). Mientras tanto, las principales potencias industriales intentan mantener a flote su capacidad productiva (y de paso una cierta garantía de empleo y de paz social) por medio de soterradas guerras de divisas.

Las malas perspectivas económicas para Occidente, y la recesión global que va avanzando (y que tarde o temprano acabará afectando a España) se ven compensadas por los bajos precios de las materias primas que alimentan sus economías. Sin embargo, tal beneficio para Occidente no viene a cambio de nada. El declive de los recursos no significa simplemente que la producción de estos recursos disminuya con el tiempo; significa que lo que queda es cada vez menos asequible económicamente, y lo que al final hace que disminuya la producción no es tanto la incapacidad física de producir más sino la imposibilidad económica de hacerlo de manera que sus potenciales consumidores se lo puedan permitir; al fin y al cabo, si un producto no tiene mercado no vale nada. Ambos efectos están teniendo un papel en estos tiempos: por un lado, hay una dificultad física en mantener la producción; por el otro, la producción es cada vez menos asequible y por tanto los clientes disminuyen. El resultado final es un descenso de la producción y una crisis económica y financiera galopante en los países productores.


Del lado de los recursos realmente disponibles, un reciente y exhaustivo estudio científico ha puesto en evidencia que las reservas mundiales de petróleo son probablemente menos de la mitad de las que se anunciaban hasta ahora. Algunos analistas económicos han comenzando a preparar el terreno, a su manera, avisando que las compañías pueden disminuir sus reservas debido a lo que se suele considerar ajustes temporales (debido a los actuales bajos precios del petróleo). Sin embargo, si los precios bajos son persistentes debido a la pérdida de capacidad de compra de la masa de trabajadores menos cualificados (según explica Gail Tverberg), los problemas económicos y financieros para estas compañías y, lo que es peor, para los países productores serán crónicos.

En el momento actual, el declive de los recursos está llevando a una situación desesperada a muchos países. Sin embargo, el foco mediático está sólo en uno: Siria. La crisis de los refugiados y la vergonzosa actitud europea delante de este problema está enmascarando que la conflicitividad bélica del mundo está escalando de manera alarmante, y no casualmente en países productores de petróleo o que son críticos para el paso de hidrocarburos.

Yendo a las guerras actualmente activas, es llamativo lo poco que se habla actualmente de Ucrania, a pesar de que la guerra sigue allí su curso letal. Sin embargo, hay otras dos guerras por el petróleo en curso en países del mundo árabe de las que no se habla en absoluto. Una de ellas es Yemen, donde la intervención directa de Arabia Saudita desde hace más de un año no acabó con la guerra civil sino que convirtió la guerra en un conflicto internacional y, por lo que se ve, inacabable. El caso de Yemen es especialmente sangrante, pues se da la circunstancia de que el conflicto de Yemen era previsible desde hacía tiempo viendo la evolución de su peak oil particular, pero nadie hizo nada para evitarlo; lo cual no es muy esperanzador para otros países, como la propia Arabia Saudita que, no olvidemos, dejará de exportar petróleo antes de que pasen 14 años. El otro país en guerra del que no se habla es Libia: desde el derrocamiento de Gadafi hace 5 años el país ha vivido una intensa guerra civil, que recientemente se ha recrudecido con la extensión de Estado Islámico a su territorio. El Reino Unido e incluso Estados Unidos se están preparando para enviar tropas sobre el terreno, en un movimiento que es difícil de justificar si no es dentro del marco de la creciente inestabilidad geopolítica mundial. Otra guerra activa en África pero de la que es muy difícil obtener información alguna es la de Malí (en este caso por el control del uranio de Níger, como ya comentamos). El ataque hace unos meses a una base de las Naciones Unidas y la presencia de tropas españolas en el conflicto debería hacer más asequible el acceso a información; sin embargo, poca cosa se sabe más allá de que el norte está bajo el control de los tuareg separatistas, de alguna manera aliados a Al Qaeda por lo que parece.

La nómina de países con problemas crecientes y agudizándose por los bajos precios del petróleo no se detiene ahí. Nigeria ya no es el mayor productor de petróleo de África, según dicen debido a los ataques de la milicia de Boko Haram, aunque en parte ese descenso es también por la llegada del país a su propio peak oil. El menosprecio de décadas a la población del delta del Níger, unido a la caída de ingresos y una élite política demasiado alejada de las clases populares está llevando al país a una situación potencialmente explosiva con consecuencias devastadoras para el mercado de petróleo. Otro caso digno de estudio es el de Argelia, un país que en 10 años podría dejar de ser exportador de petróleo (superó su peak oil hace casi 20 años) y que está sufriendo para capear el bajo precio del petróleo, y cuya estabilidad política podría ser más precaria de lo que muchos se piensan. Por completar esta lista ya bastante extensa no podía faltar una mención a Venezuela, país que ha tratado de compensar su peak oil de también hace casi dos décadas recurriendo a los petróleos extrapesados del Orinoco (los cuales necesitan combinar con petróleo ligero, precisamente importado de Argelia), de muy bajo rendimiento. El descenso de ingresos del petróleo, juntamente con el descenso natural de la producción de su petróleo de mayor calidad, están arrastrando a Venezuela a una fuerte contracción económica y a una degradación de servicios básicos. Las medidas de excepción decretadas por el presidente Maduro han llevado a una fuerte contestación de la oposición -que democráticamente conquistó la asamblea naciona en la última elección legislativa- que anuncia manifestaciones y una elevación de la tensión que puede acabar muy mal. En los medios occidentales hay un general consenso occidental sobre el probable estallido de la violencia en el país caribeño, y a veces parece que algunos aquí lo desean para poder entrar a saquear, dado que el país posee las mayores reservas de petróleo -sobre todo, no convencional- del continente.

No sólo las guerras y conflictos en los países menos privilegiados están rápidamente deteriorando el balance de la extracción de petróleo. Los recientes incendios forestales en la provincia de Alberta, justamente en la zona donde se explotan las arenas bituminosas de Athabasca, ha llevado a una caída de la producción (en principio provisional) de más de un millón de barriles diarios. Estos incendios se han producido debido a las altas temperaturas y sequedad de la zona, en valores nunca antes vistos (fruto probable del cambio climático combinado con un episodio de El Niño muy fuerte). Aunque los fuegos remitirán y la producción se reestablecerá, algunas cosas no podrán volver a funcionar como antes, sobre todo teniendo en cuenta la escasa rentabilidad de este tipo de explotaciones y menos en estos momentos de precios bajos. En cuanto a los EE.UU., continúa la caída de cabezas perforadoras activas y la producción de petróleo ya ha descendido un 8%.






En resumen, estamos viviendo la acción combinada de dos fuerzas que normalmente estarían en oposición de fase pero que actualmente están sincronizadas. Por un lado, la caída de la actividad económica debido a la menor capacidad de consumo de las clases medias debido a la pérdida salarial (lo que a veces se llama "devaluación interna"). Esta caída del consumo lleva a los precios de todo, y particularmente de las materias primas, a la baja; y los precios bajos de las materias primas deberían permitir relanzar la economía. Sin embargo, la pérdida de poder adquisitivo es tan fuerte y la aversión al riesgo financiero tan grande que lo que está pasando es que se está llevando a la bancarrota acelerada a compañías petrolíferas y países productores de petróleo. Por ese motivo, en vez de vivir una sucesión de destrucción de oferta - destrucción de demanda a un ritmo relativamente moderado lo que parece que vamos a vivir es una caída precipitada de la producción de petróleo, especialmente si estallan al tiempo los muchos conflictos geopolíticos larvados, que va a disparar los precios y va destruir la demanda a un ritmo más alocado de lo que lo hubiera hecho en otro caso. En esencia, el haber estirado la situación con los hidrocarburos de baja calidad, económicamente no asequibles para la masa, ha degradado la base económica de la clase media y va a conseguir que la espiral sea más rápida y violenta; en definitiva, que gire más rápido.




En Física se denomina "par de fuerzas" a dos fuerzas iguales en magnitud y dirección, pero de sentido opuesto, que se aplican en dos puntos diferentes igualmente alejados del centro de masas de un cuerpo. Si las fuerzas estuvieran aplicadas al mismo punto de contrarrestarían perfectamente y el cuerpo se quedaría en reposo. Sin embargo, si hay una distancia entre ambas fuerzas (denominada "brazo del par") el par de fuerzas no desplaza el cuerpo pero le hace girar. En el momento actual, las fuerzas que empujan por un lado de la economía y por el otro lado de los recursos (particularmente, del petróleo) son de signos opuestos pero no pueden cancelarse. De manera análoga a lo que sucede en Física, ese par de fuerzas tiende a hacer girar y cada vez más rápido nuestro sistema social y económico. Ojalá seamos capaces de comprender pronto qué es lo que pasa y ponerle freno, antes de que nos hagan entrar en barrena.


Salu2,
AMT

miércoles, 11 de mayo de 2016

El cubo mágico ante la desglobalización

Queridos lectores,

Demián Morassi nos ofrece un nuevo ensayo, en este caso analizando el impacto del transporte en contenedores, su conexión con la energía barata y su destino en la época de desglobalización que ya está comenzando. Estoy seguro de que será de su interés.

Salu2,
AMT







Historieta intro.jpg
El cubo mágico ante la desglobalización
Por Demián Morassi


Vamos a hablar de un 26 de abril que cambiará el devenir del capitalismo.
No, no nos referimos al de hace 30 años, cuando la explosión del reactor de Chernóbil hizo saltar la alarma del capitalismo actual, cuyo pilar, el desarrollo industrial se daba de bruces con riesgos de proporciones inimaginables. Sumémosle otros 30 años a nuestro viaje al pasado.


El cubo mágico.
El cubo mágico al que me referiré no es el cubo de Rubik, ese juego donde hay varios colores y el objetivo es encastrarlos perfectamente trasladando unos para acá y otros para allá para completar la tarea... sino a los cubos de colores que llevan productos manufacturados trasladando unos para acá y otros para allá, encastrando perfectamente los nodos del capitalismo industrial globalizado... me refiero, nada menos que al contenedor (no es exactamente cúbico pero bueno, casi).


60 años por el mar.
Cumplió 60 años el transporte marítimo de contenedores. El 26 de abril de 1956 el Malcolm McLean Ideal-X, fue el primer hilo de esta red que hoy conecta todos los puertos del mundo.
“Malcolm McLean, un magnate del transporte por carretera, utiliza un barco petrolero modificado para mover la primera carga en contenedores por vía marítima desde Nueva Jersey a Houston, hace 60 años, en 1956. Cuatro años más tarde, Sea-Land introdujo el primer servicio transatlántico y, en 1969 en el Reino Unido, Overseas Container Lines lanzó un servicio que hoy es sinónimo del comercio global de mercancías” [1]. La palabra container también la usamos por estas tierras y describe seis planchas de metal de las cuales cualquier cosa puede salir. Ese cubo mágico que con el correr del tiempo irá tomando poder para que al final todos los productos deseen encastrar perfectamente con su espacio interno, diseñando sus embalajes a la medida de los pies y pulgadas (finalmente estandarizadas), sin desperdiciar ni una gota de espacio.


Observando el gráfico proporcionado por Clarckson Resaech [2] vemos como fue el aumento en los últimos cuarenta años.
1 TEU equivale a 38,5 metros cúbicos de volumen exterior. Los containers de 2 TEU son los más comunes.


Comercio de contenedores.png


Y los cambios fueron impactantes. Desde 1976 a 1996 el comercio llegaría a 41 millones de TEU (m TEU) para luego añadir otros 136m TEU más entre 1996 y 2016.
La mercancías viajan seguras de un lado a otro permitiendo que las externalizaciones no impacten en la calidad, pudiendo ir armando un producto en distintos lados del mundo para luego llevarlos a los lugares de consumo, lo que lograría abaratar los costos. Las líneas de transporte se afianzarán y los portacontenedores se harían más grandes...
Durante 1976-1996 el promedio de los barcos era de 1673 TEU.
De 1996-2016 el promedio pasó a 4.363 TEU.
Se separó a los propietarios de los arrendatarios para lograr mayor eficiencia mientras a su vez los productos de consumo se irían achicando y amoldando su embalaje para optimizar el viaje.
Como ejemplo:
Con alrededor de 400 televisores de pantalla plana en un container, a $400 / TEU, el coste de carga equivale a sólo 1 dólar de ese televisor que luego sería vendido a 300 dólares.
Pero las proyecciones para 2016 son la punta del iceberg en este viaje.
La desglobalización invita a replantear cuál será su futuro. 60 años es una edad en que hay que pensar en disminuir la actividad.
La sobreoferta de barcos en relación a la pobre demanda arroja los precios de alquiler por el suelo. La incapacidad de hacer crecer la demanda viene, por un lado, por la falta de oportunidades para los trabajadores haciendo que mucho de esos productos que viajan por contenedor se empiecen a relegar por considerarse superfluos, y por otro por la industria desmoronada por el aumento de coste de la extracción de petróleo que, luego de tres años de alto valor en dólares, se ha desmoronado.
Las grandes empresas ya no piensan en qué nuevo negocio se pueden montar sino principalmente en cómo desinvertir de la mejor manera posible para mantenerse en esa cresta de la ola a la que la globalización las llevó.


Los valores de alquiler de un contenedor están siendo extremadamente volátiles pero además, en el último año cayeron estrepitosamente. Clarckson Research da cuenta de cómo cayó en promedio de 1290 us$/TEU en enero de 2015 a 385 us$/TEU en marzo de 2016.


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En China, el indicador que nació en 1998, el China Containerized Freight Index (CCFI) cuyo valor de inicio fue 1000 puntos (valor que venía siendo el promedio durante 2014), llegó a fines de abril de este año a su mínimo histórico: 632 puntos. Una linda manera de festejar su sexagésimo aniversario.


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Lo interesante de esta sobre oferta de contenedores es cómo actualmente este "cubo mágico" se están reutilizando para solucionar otros problemas, especialmente para los problemas habitacionales o como oficinas móviles en  zonas de construcción. En donde yo vivo, varias escuelas han sido ampliadas provisoriamente con contenedores (bibliotecas, salas de taller, etc.). En la arquitectura moderna la estética del contenedor ya tienen su sello, incluso en las clases más acomodadas. Así que va a ser mejor que las empresas de transporte marítimo vayan agudizando su ingenio para adaptarse a las verdaderas necesidades del ser humano. En ese otro mundo posible que sigue vigente como eslogan de los movimientos antiglobalización (aunque algunos pensamos que no sólo es posible sino que indefectible) tendremos que aprender a jugar con el cubo mágico que irá dejando la época dorada de la globalización.


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miércoles, 4 de mayo de 2016

El fracaso político



Queridos lectores,

El final de la XI legislatura española, no por más esperado menos abrupto, probablemente marcará un punto de inflexión en la política española. Las elecciones del pasado 20 de diciembre mostraron que el panorama político español ha cambiado de manera radical en los años que llevamos de esta crisis económica que no acabará nunca. De tener dos partidos hegemónicos, nomimalmente situados a la izquierda y a la derecha del espectro político (para cuya alternancia en el poder los partidos minoritarios servían oportunamente de bisagra cuando el electorado no les atribuía la mayoría absoluta) hemos pasado a un nuevo panorama, en el que al menos cuatro formaciones políticas de alcance nacional se disputan porciones considerables del electorado español. Esta división a cuatro hace imposible un discurso de la hegemonía, puesto que las cuatro facciones, de tamaño desigual pero todas ellas significativas, representan cuatro sensibilidades políticas diferentes que necesitan ser tenidas en cuenta si se quiere conseguir una mayoría suficiente sobre la cual asentar un Gobierno estable. Cada una de estas facciones tiene un contrato implícito diferente con su electorado, y eso ha imposibilitado, al menos durante esta legislatura, ciertas coaliciones ad hoc para formar Gobierno. Tras poco más de 100 días de escenificación de la impotencia y de reproches cruzados (reproches muchas veces matizados, pues todos son conscientes de que a quien se veja hoy podría tener que ser nuestro aliado de mañana), sin que nadie lo haya pedido explícitamente pero aceptado tácitamente por todos, se ha forzado la disolución de las Cortes y la convocatoria de nuevas elecciones, en cumplimiento de los trámites previstos en la Constitución española.

Qué pasará en la nueva convocatoria, prevista para el 26 de junio (pocos días después del crucial referéndum en el que los británicos decidirán sobre su permanencia en la Unión Europea) es un ejercicio más de especulación que de cálculo. Los grandes medios de comunicación se han aprestado a adelantar que la situación cambiará poco, o que como mucho la previsible abstención favorecerá al partido conservador PP, que gobernó hasta diciembre y aún lo hace de manera interina (aunque con sus atribuciones capadas por mandado constitucional). Tampoco se puede descartar que, si el nuevo partido político de izquierdas Podemos llega a un acuerdo con la minoritaria formación Unidad Popular y se presenta coaligados en todas las circunscripciones, podrían cosechar un relativo éxito electoral en la mayoría de ellas, como ya lo hicieron en aquellas provincias donde se presentaron coaligados en las elecciones de diciembre. Tal aumento, en caso de producirse, no les permitiría en ningún caso alcanzar la mayoría absoluta, pero iría fundamentalmente en detrimento del PSOE, quien empeoraría aún más su peor marca histórica (justamente, la de diciembre pasado) y desencadenaría una serie de movimientos telúricos que acabarían probablemente con un pacto de gran coalición PP-PSOE para bloquear el paso a Podemos. 


Incluso sin un ascenso tan marcado de Podemos, el escenario de una gran coalición PP-PSOE continúa siendo el más probable, y eso acabaría suponiendo un grandísimo desgaste electoral, sobre todo para el PSOE. Tal pacto acabaría por minar la base electoral del PSOE, pues el Gobierno que emergerá de las próximas elecciones tendrá que hacer frente a unos años muy complicados: recortes de 10.000 millones de euros impuestos desde Bruselas por el exceso de déficit español en el año 2015, más recortes nuevos para 2016 a medida que las previsiones macroeconómicas vayan empeorando, y una situación económica mundial que anticipa una nueva recesión que acabará arrastrando a España y castigará electoralmente a los partidos en el Gobierno.

Al margen de la forma concreta de la degradación política de España, lo que revela la situación actual es un conflicto entre unos modos de hacer que han funcionado de manera relativamente eficaz (sobre todo para ciertos actores) durante las últimas décadas y unos nuevos modos, no necesariamente mejores que los anteriores pero que buscan adaptarse a una situación cambiante, donde las seguridades son pocas. El modo tradicional está anquilosado en sus costumbres, y por eso ha sido completamente incapaz de plantear pactos políticos acordes con los nuevos tiempos: el planteamiento tanto del PP como del PSOE ha sido de buscar acuerdos a la vieja usanza, como los que están acostumbrados a celebrar con los partidos minoritarios que tantas veces les han servido de bisagra. Obviamente, esto no podía funcionar esta vez. Por la parte del PP, porque el único acuerdo que realmente le servía era el gran pacto con el PSOE, al cual no podía tratar como si fuera una franquicia nacionalista, ofreciéndole pequeñas concesiones a cambio de su apoyo. Por la parte del PSOE, resulta curioso comprobar que se ha sentido más cómodo y le ha resultado más fácil pactar con un partido, Ciudadanos, que en materia de política económica está más a la derecha que el PP (aunque en cuestiones de libertades individuales esté más a la izquierda, lo cual confunde a no pocos) que con un partido de izquierdas, Podemos, cuyo programa electoral podía perfectamente haber suscrito el PSOE de 1982. Desde el PSOE no han entendido que Podemos no haya querido sacrificar su apoyo electoral en la búsqueda de un pacto "con sentido de Estado". Para Podemos determinadas cuestiones sensibles, inspiradas por un contacto más directo con su electorado, eran irrenunciables; lamentablemente, justo esas cuestiones eran inaceptables para el aparato del PSOE, y por esa razón el pacto era imposible.

La emergencia de las formaciones de nuevo cuño (extremadamente poliédricas en el caso de Podemos, donde en realidad la formación se presenta electoralmente como una amalgama de confluencias territoriales) es un síntoma más del hartazgo de la ciudadanía tras más de ocho años de crisis económica que han puesto en evidencia la endeblez institucional del Estado español, debilidad que tiene dos vertientes fundamentales:


  • Por una parte, los continuos recortes y la austeridad impuesta por las instituciones internacionales que, al igual que al resto de países europeos, supervisan de facto la política económica de España (Comisión Europea, Fondo Monetario Internacional y Banco Mundial) han minado los sistemas de protección social españoles de tal manera que una parte de su población se encuentra en condiciones muy precarias; unos españoles que vivían mucho mejor y más protegidas no hace tantos años y cuya caída alimenta su resentimiento contra el sistema: siempre es mucho más duro de aceptar el descenso que haber vivido siempre en la miseria. 
  • Por otro lado, la mayor inestabilidad económica y laboral de la población general ha hecho más insoportable que nunca los altos niveles de corrupción en las diversas instancias del Estado. Tal corrupción no es nueva; tiene tantos años como la democracia española y de hecho muchos más: la corrupción política es el resultado previsible de la mercantilización de las decisiones institucionales en un sistema donde los actores económicos más poderosos están acostumbrados a conseguir lo que quieren a golpe de talonario, y es probablemente consustancial a nuestro sistema económico (a aquellos que recurren a una objeción que es frecuente en España, según la cual tal nivel de corrupción es exclusivo o mayor en España que en otros sitios, les recomiendo que presten más atención a las noticias que se publican en la prensa internacional).

Las dos razones enunciadas arriba (precariedad y corrupción), delante de las cuales poca o nula respuesta ha habido por parte de los grandes partidos en 8 años de crisis, han llevado, de manera bastante lógica, a que los ciudadanos hayan buscado nuevas formaciones que realmente atiendan sus reivindicaciones y aplaquen su indignación. Es cuestión completamente diferente si estos partidos atacarán realmente estos problemas o no: en este momento, simplemente, la gente que ha decidido dar su voto a sus formaciones es eso lo que creen y por eso se lo dan. El punto clave es que ambas razones son fruto inevitable de la crisis de sostenibilidad de nuestro sistema económico. En el caso de la precariedad, resulta obvio: si el sistema económico entra en crisis mucha gente se va al paro, y además, dado que la estrategia para mantenerlo a flote consiste en inyectar (directa o indirectamente) capital público en las grandes empresas, se producen muchos recortes en servicios públicos. El caso de la corrupción es un poco menos evidente: como digo, corrupción y a gran escala ha habido desde hace mucho, pero sólo resulta molesta al ciudadano de a pie cuando empieza a sentirse perjudicado; y aunque la causa directa de su malestar sea la crisis económica y no tanto la corrupción, la precariedad hace más difícil de soportar esta última. El tema de la corrupción es siempre muy delicado de tratar y levanta fácilmente pasiones: hace unos años escribí un post analizando la cuestión de la corrupción, intentando explicar que, si bien la corrupción es inmoral y sin duda es un problema, no es EL problema. Ese post fue entonces muy mal recibido, y para que se entendiera mejor 

el trasfondo de la cuestión escribí un pequeño cuento (que tuvo mucho mejor recepción).

Como vemos, por tanto, la razón última de los problemas actuales es la crisis económica: sin crisis, el sistema se hubiera podido perpetuar sin demasiados sobresaltos durante décadas. Desde los diferentes partidos políticos se percibe claramente que la crisis es el problema nuclear; sin embargo, ningún partido está proponiendo realmente medidas que vayan a la raíz del problema, con lo que todos ellos están condenados al fracaso. En cierto modo es natural: en (casi) todos los partidos, el pensamiento económico corre a cargo de economistas convencionales, y todos ellos pertenecen a la Iglesia del Perpetuo Crecimiento. Para ellos, no es posible que exista algún límite físico al crecimiento económico, lo cual equivale a pensar que la economía no pertenece al mundo físico pues puede superar los límites de la Termodinámica y de la Geología. La cuestión de los límites es tan infactible en el pensamiento económico convencional que es un "no-tema", es decir, es que la cuestión no llega jamás a ser pensada; y si alguien la evoca es inmediatamente descartada como un error propio de un infante, con la misma sonrisa condescendiente y desdeñosa con la que responderíamos a un niño que nos exprese su preocupación por si se apaga el Sol. Por tanto, los partidos políticos ponen el énfasis en la política fiscal y además con una orientación completamente convencional. Pero la política fiscal sólo permite redistribuir los recursos, cosa sin duda importante y en algunos casos de justicia, pero no permite aumentar esos recursos, y mucho menos puede compensar su caída. Ciertamente, un mejor uso de los recursos disponible puede sacarles el máximo provecho posible y ralentizar algo la caída, pero sólo con eso no basta, y menos cuando la fase de estancamiento previo al peak oil podría estar tocando a su fin, paso previo a un declive productivo mucho más rápido debido a la mala gestión (completamente procíclica) de la producción de petróleo


Por desgracia, dentro de los nuevos partidos la tendencia es también a centrarse en las políticas fiscales y económicas convencionales. Esto pasa incluso en aquéllos en los que las voces del decrecimiento y de los límites al crecimiento se dejan oír, y la razón es que cuesta mucho hacer la pedagogía adecuada en la población para proponer ideas completamente nuevas tras décadas de adoctrinamiento en el BAU. En los círculos decrecentistas y peakoilers es bien conocida la anécdota de una conversación con un dirigente de cierto partido, persona inteligente y bien informada y muy consciente del problema del peak oil, en la que éste dijo que no se podía hablar de peak oil y de decrecimiento a la población general porque eso "no vende" electoralmente.


La cuestión del peak oil sólo es abordada en España con sentido y llamándola por su nombre por un puñado de partidos, todos ellos a la izquierda e incluso a la izquierda radical: es el caso de la CUP en Cataluña, de Bildu en Euskadi o de En Marea en Galicia. Y sin embargo lo acuciante del problema (la producción de petróleo en los EE.UU. está comenzando a caer a un ritmo apreciable, y los problemas en Oriente Medio hacen presagiar que, efectivamente, el año 2015 fue el del peak oil - aunque aún tendremos que esperar unos años para confirmarlo) hace que sea estrictamente no ya necesario sino urgente reaccionar delante de este problema, y el primer requisito para reaccionar es reconocer que existe este problema. Ha habido en el pasado pequeños destellos en las instituciones, destellos que quizá ahora son un poco más frecuentes (Marta Rovira, secretaria general de ERC, mencionando el peak oil en el debate de investidura del -fallido- candidato a president Mas, la intervención de Alexandra Fernández de En Marea en la Comisión de Fomento del Congreso de los Diputados citando, entre otros argumentos para oponerse a la construcción de una autovía, el peak oil; las próximas - si son aceptadas - comparecencias del miembros del OCO delante de la Ponencia sobre cambio climático en el Parlament de Catalunya), pero es demasiado poco demasiado lento. Contrasta esta falta de perspectiva de la clase política española sobre la transversalidad de la cuestión con, por ejemplo, la más pragmática actitud británica, cuyo parlamento creó hace poco una comisión parlamentaria sobre los límites al crecimiento.


La incapacidad de traer al centro de la discusión política española el problema de los límites del crecimiento como tema transversal, que todos los partidos deberían abordar de acuerdo con su visión social, hace que el discurso político en su conjunto sea simplemente inútil, una pérdida de tiempo y una fuente de frustración social. Sin un abordaje radical del problema, la política será siempre inútil. Si la clase política española sigue sin entender esto, si sigue apostando por el "esperar y ver", confiando en que los problemas económicos y sociales se arreglarán solos debido al cambio de ciclo económico que ya no es posible en un planeta en decrecimiento forzado, existe el riesgo de que acabe emergiendo un oportunista capaz de capitalizar el resentimiento de los desposeídos y se acabe haciendo política de otro modo y por otros medios.

Salu2,
AMT